Yo pensaba que los membrillos eran de otoño temprano y que anunciaban el frío y las ganas de meterse en la cocina tras los días de estar paseando al solete; Pero parece ser que no, pues hace días que los veo de vuelta en las fruterías. Y como tenía una entrada a medias con la receta lista os la preparo, fotografío y muestro.
La mayoría de recetas de mermeladas y dulces de frutas se preparan utilizando igual peso de fruta limpia que de azúcar, pero los gustos van cambiando y hace ya bastantes años que los elaboro usando una proporción menor de azúcar: 1 parte de azúcar por cada 2 de fruta.
El dulce de membrillo se conserva un montón de tiempo en la nevera una vez hecho -e incluso se puede congelar- así que si os ponéis manos a la obra, dado que es pesadito de hacer, haced una buena cantidad. Y además, una vez hayáis probado este no querréis saber nada de otros. Palabra.
Ingredientes
- 8 membrillos bonitos, de piel lisa y color uniforme.
- Azúcar: la mitad del peso de la fruta cocida, pelada y sin el corazón.
- El zumo y la piel de 1 limón.
- Esencia de vainilla.
- Agua abundante para hervir.
Elaboración
Se colocan los membrillos en una olla y se cubren de agua fría. Se tapa la olla y se pone al fuego bajito durante una hora y media aproximadamente o hasta que la fruta esté bien cocida. Eso lo sabremos pinchándolos con un cuchillo afilado. Tienen que ofrecer resistencia en el corazón, pero apenas nada en la pulpa. Si os pasáis de cocción no pasa nada, se desharán un poco por fuera y ya, pero no pueden quedar crudos porque de lo contrario os dejaréis demasiada pulpa pegada al corazón y ahí es donde hay mayor concentración de pectina que es la que va a permitir que se se cuaje en un bloque el dulce.
Se dejan templar ligeramente, se pelan, se les quita el corazón y se cortan en trozos.
Pesamos la pulpa de fruta que obtengamos, dividimos el peso entre dos y ésa será la cantidad de azúcar que necesitemos. Cuando hice el membrillo de la foto obtuve 1.750 g. de pulpa, así que usé 875 g de azúcar.
Ahora echamos la pulpa cocida, el azúcar, una cucharada sopera de extracto de vainilla, el zumo de limón y la piel del limón -en una sola tira y sin nada de la parte blanca ya que amarga un montón- en una cazuela baja y de doble fondo, que reparte mejor el calor; Colocamos al fuego bajo y vamos removiendo cada dos o tres minutos.
Al principio el azúcar hará que la fruta suelte todo su jugo y esa es la parte en la que te puedes distraer, ya que no hay riesgo de que se pegue. Todavía.
A medida que se vaya reduciendo el jugo la mezcla será más densa, se irá caramelizando el azúcar e irán oxidándose los taninos con lo que por fin aparecerá ese color caldero brillante que es el que buscamos. Pero también habrá más riesgo de que se pegue a la cazuela, así que cuidadito.
Hay que remover cada muy poco tiempo y no separarse demasiado del fuego. Cuando os parezca que los trozos que teníais están casi deshechos y que el conjunto está muy, muy denso sacáis la piel de limón y trituráis la confitura.
Ahora haced una prueba: con una cuchara poned un poco del puré en un platito y llevadlo a la nevera. Cuando se enfríe del todo tiene que poder despegarse en un trozo, es decir, tiene que haber cuajado y tener la consistencia que queremos.
Si la prueba sale bien la receta está acabada, y si no es así significa que todavía tenemos que seguir cociendo y reduciendo el líquido de más.
Si ya no podéis más, si os llaman por teléfono o hay que bañar al perro, hacer deberes con los niños, si queréis seguir al día siguiente, o más tarde ¡Perfecto! Simplemente apagad el fuego y dejad que se enfríe en la cacerola. Eso también os servirá para saber en qué punto de densidad está. Cuando os pongáis de nuevo volvéis a calentarlo y seguís removiendo sin cesar.
En fin, que cuando lleguéis al punto lo único que queda por hacer es forrar el molde que prefiráis con papel film y verter dentro el preparado. Una vez frío está listo para zampárselo como más os guste.
Este bloque es el que conseguí con los 1750 g de pulpa y 875 g de azúcar. Pesa poco más de 1.7 kg así que la mitad es azúcar.
Y aun hay otra opción: si preferís una mermelada muy densa que os servirá no sólo para tostadas si no también para rellenar tartas podéis acabar el proceso tras el triturado. La guardáis en tarros de vidrio y a la nevera.
Otro día hacemos una «crostata» de membrillo de quitar el hipo ¿sí?
Doy fe de lo ‘pecaminoso’ que puede ser este membrillo, que es un verdadero trocito de sol derritiéndose en la boca mientras fuera…¡llueve!!
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Lo he hecho para ti 🙂
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Maremeva, que bo! No fa molt ma mare me’n va fer i estava boníssim. Li passo la recepta aviam com la fa.
Les fotos són teves? Molt txules!
Veig que li has donat una empenta al blog, el meu està en coma pobret…
Salut!
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Ah, qué bé! Doncs ja em diràs si li agrada. o porser millor: la fas tu i li portes fet a la teva mare.
El pobre blog el tinc abandonat, però m’estic posant les piles… tinc els dits creuats…
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Bona idea! Un regalet culinari per la mare sempre va bé!
En abandonaments bloguils et guanyo de carrer, pobret, ell mi no ho faria!
Salut!
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Ay no, no quiero ni verlo. Y lo he visto y lo he vuelto a mirar y me he recreado mirándolo porque tiene una pinta estupenda pero todavía no estoy preparada para tanta azúcar 😦
Si es que eres una artista. Tómate un trocito, o un trozaco a mi salud 😉
Por cierto, a propósito de azúcar, delicias y similares, si quieres pasarte por mi nuevo blog: http://comiendoyrascando.blogspot.de/
Besitos, guapa.
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Prepárate y dale!
Voy a ver tu blog ya mismo. 🙂
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